A diez minutos de la segunda parada, mi guía nos conecta con la historia, con la literatura, con lo que nos podemos encontrar antes de pisar tierra firme. Vaya grata sorpresa y la coincidencia de descubrir a Leonor de Aquitania, su relación con la poesía y los inicios del amor cortés.
Mi guía continua con historias del castillo de Loira, reinas, guerras y príncipes, pero a tan pocas horas de ti, mi atención se ve interrumpida por el recuerdo y regreso a ti. Me parece extraño y todo perfectamente calculado, como lo que tiene que pasar, pasa, a su tiempo, a su ritmo, en el momento exacto.
No estaba tan pérdida, ni confundida, pero con esfuerzo como algo que no quieres olvidar, las últimas horas juntos se reproducen en mi cabeza una y otra vez.
Son esos momentos en los que tienes plena conciencia del lugar en donde estás y con la persona con la que lo compartes, “presente” le dicen. Indago en lo más recóndito de mi ser, tratando de recordar cada palabra, con el sonido de tu voz y el sabor de tus labios… pero la sensación me nubla del recuerdo.
Como dos extremos que buscan equilibrio, que casualidad que nos fuimos a encontrar y sin querer nos quisimos sin pensar.
A tu manera, a la mía, fluimos en la pista de baile con la asistencia de la barra libre, el vodka y el zumo de naranja.
2am, estamos solos tú y yo.
Hablando todo aquello que por miedo al rechazo no nos atrevimos a confesar, porque ya no había nada que perder, con un vuelo próximo a 12 horas de distancia, regresas a la realidad y pronto esto ha de acabar.
Déjame olvidar tu sutil forma de acercarte, cuando me tomas por la cintura y me miras sin decirme nada. Pronto has de partir y no te quiero dejar ir.
Se detuvo el camión, llegamos a Blois.
-Azul